En la formación ya no marca la diferencia el qué, sino que cada vez tiene más importancia el cómo. Que la formación sirva, no pasar una jornada formativa más o menos agradable sino conseguir cambios en los asistentes, mejorar la eficacia. Nos enfrentamos a cambiar y potenciar el comportamiento y sabemos que no es fácil.
El coaching o entrenamiento de actitudes ha sido una herramienta muy exitosa en formación de directivos, nosotros la hemos aplicado a otros niveles (vendedores, jefes de departamento, personas que trabajan de cara al público…) y el resultado ha sido igualmente exitoso.
Hoy, la diferencia entre profesionales está en su habilidad y esta no se puede teorizar pero sí entrenar y potenciar.